EL BULLYING, UN FENÓMENO SOCIAL NEGATIVO
El acoso escolar es un problema que nos involucra a todos
Bullying es una palabra inglesa para definir al acoso escolar, sin embargo este comportamiento tampoco empieza en la escuela sino que suele ser allí el ámbito social inmediato donde se manifiesta y visibiliza esta triste conducta de intimidación a través del maltrato constante y encarnizado que puede empezar de forma psicológica con agresiones verbales (bromas de mal gusto, apodos hirientes, burlas constantes respecto de apariencia, características personales, etc) a acciones concretas de violencia de serias a graves que pueden escalar desde chismes y difamaciones a amenazas y golpes.
Sin embargo el bullying o acoso escolar, en realidad, empieza mucho antes, en las dinámicas que se establecen en la convivencia cotidiana, en el compartir de las personas adultas, en esas sutiles o evidentes faltas de respeto entre cónyuges, familiares, amistades, donde unos se dan permiso para subestimar a otros en un intercambio tóxico donde se exponen vulnerabilidades, se humillan e ironizan sobre sus vidas con total liviandad naturalizando esta forma de interacción.
La semilla del acoso entonces es sembrada con los comentarios burlones sobre el prójimo en las sobremesas, que se maquillan como chistes o anécdotas graciosas, en la crítica feroz e impiadosa de la vida ajena, de personas conocidas que están ausentes mientras se las juzga; este comportamiento también se facilita y es respaldado por los programas de TV, publicaciones en redes o canales de la web, basados específicamente en la habladuría y el falso testimonio, que naturaliza el chisme como algo lícito y grato.
De esta manera, casi con disimulo, el degradar al prójimo, el sentirnos con derechos de hablar sobre su vida, su cuerpo, apariencia, etc se convierte en una práctica "normal", es decir, que se vive como norma común, se naturaliza y de esta manera se habilita un comportamiento que en realidad es nocivo, pues socava la autoestima de las personas, jaquea su mundo interno y reduce a la persona a un objeto en el escaparate social, con serias consecuencias como complejos y traumas.
Si eres un adulto responsable y consciente, te darás cuenta de que las personas con las que te relaciones a diario, ya sea en el ámbito laboral, social, familiar también continúan casi imperceptiblemente con este fenómeno de construcción y modelado de la personalidad prácticamente con cada interacción.
Todos merecemos ser tratados con respeto y amabilidad. Por lo tanto, ninguna opinión es inocente o inocua. Pensemos muy bien antes de emitir un juicio, una opinión no solicitada, una valoración subjetiva, por lo tanto, sesgada por la propia experiencia, al momento de querer definir a otra persona. Cuidado.
Entonces la invitación es a que estemos más atentos y observemos cómo nos relacionamos, con quiénes, de qué manera, y que lo hagamos en forma permanente.
Escuchemos atentamente las repercusiones internas, el eco de las emociones y del afecto para que aprendamos a poner límites definitivos al maltrato y que podamos señalarlo y denunciarlo, para actuar en consecuencia, con la finalidad de desterrarlo definitivamente de nuestras relaciones en todo ámbito en el que desarrollemos nuestra vida.
Porque las relaciones bien entendidas también pueden ser una oportunidad valiosa de mejorar y de encarnar nuestro yo verdadero, y con ello influenciar positivamente la sociedad para mejorarla en su conjunto.


